México, D.F. jueves 02 de febrero
Un hombre originario de Puebla de nombre José Durán un buen día decidió unir su vida con Celia Sánchez en una promesa que más allá de la contradictoria ley del hombre, convertiría lo que un día fueron dos caminos en uno sólo.
Ése hombre con la firme convicción de salir adelante, de ideales propios de una persona consciente d
el presente, la influencia del pasado y la ilusión de un futuro mejor. Tomó un trabajo que le permitiría solventar los gastos del día a día, y así asumió la responsabilidad de salir a cumplir con el, fuera de su actual estado, la complicada ciudad de México.
Sin dejar de lado
su vida personal junto con su mujer Celia, tal vez sin imaginarse, dieron vida a su primer y única hija, a la que llamaron Celina Citlalli, en la capital del país, en la delegación Azcapotzalco. En una pequeña clínica del IMSS, la número 13 para ser exactos.
Esa bebe desde entonces se convirtió en el centro de su vida, su luz. Escrito en su frente la palabra “PROMESA”, así transcurrieron los primeros años de vida de esa pequeña, con una infancia “muy feliz”. Sonriendo con su primer satisfacción guardada en su memoria con la fiesta de sus tres años.
Llegado el momento debió separarse de los tiempos en los que lo que más importaba eran aquellos juegos propios de su edad, sin responsabilidades que perturbaran su tranquilidad. Ingreso a la primaria “Pedro Antonio Gastón”, seis años sin complicaciones. Ella y su madre iban a donde fuera su padre por razones de trabajo, sin contradecir, ya que aquel hombre poco a poco se apropió de la figura más significativa en la vida de su hija. Sin dejar de lado a Celia, su madre, quien supo ser su apoyo incondicional.
Los años transcurrieron y con ellos la madurez, una nueva etapa en la vida de Celina comenzó, la secundaria técnica no. 5 fue su siguiente casa de estudios, curso muy a su pesar secretariado por decisión de su padre. Sin más tuvo que aceptar su voluntad.
Un mundo diferente se abrió a sus ojos, una realidad de la cual no podía ausentarse, e ignorarla como muchos más, plácidamente lo hacían. Así fue como llego al lugar indicado. A la edad de 15 años ingreso al Colegio de Ciencias y Humanidades de la máxima casa de estudios de nuestro país y una de las mejores en el mundo, por supuesto la UNAM.
Con las bases que su padre inculco en ella de ideas liberales, progresistas y de cambio, tomo una responsabilidad admirable; hacer la diferencia, comenzando por ella misma, temerosa al fracaso debido a la creencia de que sólo hay una oportunidad. Decide levantar la voz y no hacer de cuenta que nada pasa.
Hoy día cultiva sus ideas, y conocimientos leyendo como un mero gusto y no por obligación libros de Sor Juana Inés de la Cruz, de la cual admira su vida, el ejemplo de no conformarse con lo impuesto, con la ansiedad de conocer más. Practica danza azteca y difunde su cultura.
Con planes a futuro de estudiar muy probablemente trabajo social por la causa de ayudar, de producir una conciencia social que tanta falta le hace a nuestro país, Citlalli es como ya fue mencionada, una promesa a corto plazo. Queda claro que si más jóvenes de nuestra actualidad pensaran de esa forma un progreso sería inevitable.
Hagamos conciencia de que alrededor de cada una de las personas que habita éste mundo, hay algo por mejorar, por mantener o por iniciar. Los jóvenes son la clave.